ENTRE PEQUEÑAS CURIAS ROMANAS Y CORRUPCIONES, QUE SERÁ DEL POBRE SI NO
ME ADVIERTO E INTERPELO.
“La honestidad no
tiene partido, tiene corazones”


Como
están las cosas de nada le sirve a una persona cambiar de religión, la
corrupción las ha permeado a todas, por tal, pobre del pobre que buscando ayuda
solo encuentra usurpadores y vividores pues
“el sacerdote y el pastor vagan sin sentido”.
En
el plano civil sucede igual, se suele pensar que los corruptos solo son los políticos y
estamentos del estado, bien sean públicos o privados; otros han creído que la corrupción solo es de un bando o que
ella es cosa de los partidos tradicionales.
En países
como Colombia y Venezuela los partidos tradicionales fueron fuertemente
criticados por los constantes escándalos de corrupción y por mantener un poder
centralizado; poco a poco surgieron
nuevos partidos que se presentaron y se asumieron como una alternativa para el
desarrollo del pueblo. En poco tiempo la
realidad mostró que los movimientos que han surgido han cometido los mismos o peores escándalos.
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En el
caso de Venezuela se pensaba que la llegada al poder por parte de la izquierda
que representaba el ya desaparecido Hugo Chavez y toda su política comunista, sería
la solución a la corrupción y, de esa
forma, el país de los próceres surgiría
como una mejor nación, la realidad es que éste llegó al poder y ha repetido el
mismo mal de los partidos tradicionales: apego y centralización del poder y, en tal
medida, que se ha enquistado en él mismo; por cosas de la vida el idealista
socialista, Carlos Marx, manifestaba: “el poder absoluto corrompe de forma absoluta”.
Allí
esta Venezuela y Colombia con religiones y sistemas políticos de todas las
tendencias “jalando para su conveniencia”.
Toda
la realidad y el análisis que hacemos se queda corto al pensar que el problema
es la curia romana y un remitir el flagelo de la corrupción tan solo a un sector
de la arena política y los demás son pulcros e intachables y al partido de
nuestra preferencia lo establecemos en el dogma de nuestro pensamiento, concluyendo
que son inmaculados.
Seamos
objetivos y tengamos claro que nuestro fundamento es Cristo, no los
representantes de ideologías baratas que a costa de hablar de los pobres se han
hecho millonarios, nuestra ideología ni siquiera puede ser la teología de la
liberación, nuestra ideología es un estilo de vida y ese estilo de vida es
Jesucristo. Y en ese orden nuestra comandancia no puede ser el Che Guevara o el
general Washington; es vital que dejemos coqueteos con ideologías baratas y,
desde la justicia y el derecho que propone el Evangelio, nos esforcemos en amar y dignificar lo que Cristo amó y dignificó, es decir al ser
humano.

La
idea, es no ser un político, un cardenal o un pastor corrupto, evitando así el
no tener congresos, curias o frentes corruptos. Si algo es cierto es que la
realidad ha mostrado que además de los
políticos y jerarcas eclesiásticos corruptos hay otras clases, profesiones y
personas que también son permeadas por la corrupción. Evitemos ser una de esas
personas corruptas.
Seamos
los que refutemos a William Shakespeare que dice: “la única riqueza del pobre
es la esperanza”: Seamos nosotros, como pobres, la riqueza del pobre.
Por. José Pinto
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