martes, 25 de febrero de 2014

REALIDAD SOCIAL DE DOS PAÍSES HERMANOS

ENTRE PEQUEÑAS CURIAS ROMANAS Y CORRUPCIONES, QUE SERÁ DEL POBRE SI NO ME ADVIERTO E INTERPELO.

“La honestidad no tiene partido, tiene corazones”

La Biblia dice "es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos". ¿Qué pensará la familia Piraquive de este precepto al evaluar el número y el costo de sus bienes que posee en Estados Unidos? Con esta interpelación abre la revista semana (Colombia)  su artículo sobre el escándalo de corrupción en una iglesia protestante.

Una lectura no ingenua de la realidad religiosa nos evidencia que todas las profesiones de fe se han visto envueltas en diversos problemas. En lo que respecta a la iglesia católica hace pocos días el papa Francisco pidió perdón por los escándalos cometidos, el sumo pontífice dijo: “cuando los sacerdotes son corruptos, los que sufren son los fieles ¡Pobre gente! ¡Pobre gente!…” homilía que ofreció el sumo pontífice el pasado 16 de enero del año en curso en la capilla de santa Marta.

Como están las cosas de nada le sirve a una persona cambiar de religión, la corrupción las ha permeado a todas, por tal, pobre del pobre que buscando ayuda solo encuentra usurpadores y vividores pues “el sacerdote y el pastor vagan sin sentido”.  

En el plano civil sucede igual, se suele pensar  que los corruptos solo son los políticos y estamentos del estado, bien sean públicos o privados; otros  han creído  que la corrupción solo es de un bando o que ella es cosa de los partidos tradicionales.  

En países como Colombia y Venezuela los partidos tradicionales fueron fuertemente criticados por los constantes escándalos de corrupción y por mantener un poder centralizado; poco a poco  surgieron nuevos partidos que se presentaron y se asumieron como una alternativa para el desarrollo del pueblo. En poco tiempo la realidad mostró que los movimientos que han surgido han cometido los mismos o peores escándalos.

Buscando lealtad y esperanza el pueblo fue cifrando sus esperanzas en las políticas de las toldas de la  izquierda y la derecha.  Estos  sectores poco a poco  han evidenciado  que al llegar al poder, tras financiamientos ilícitos, le han fallado a la esperanza del pobre. Derecha e izquierda solo han sido dos manos que han sabido robar; para sustentar, el 23 de septiembre del  año 2011, fue detenido el  alcalde de Bogotá, Samuel Moreno, adscrito al partido Polo Democrático, sindicado y enjuiciado  por la  corrupción que experimentó en su gestión de gobierno. Sobre la guerrilla colombiana y su presunción de ser socialista prefiero callar e ignorar pues la realidad habla por sí sola.

En el caso de Venezuela se pensaba que la llegada al poder por parte de la izquierda que representaba el ya desaparecido Hugo Chavez y toda su política comunista, sería la solución a la corrupción y, de esa forma, el país de los próceres  surgiría como una mejor nación, la realidad es que éste llegó al poder y ha repetido el mismo mal de los partidos tradicionales: apego y centralización del poder y, en tal medida, que se ha enquistado en él mismo; por cosas de la vida el idealista socialista, Carlos Marx, manifestaba: “el poder absoluto corrompe  de forma absoluta”.  

Allí esta Venezuela y Colombia con religiones y sistemas políticos de todas las tendencias “jalando para su conveniencia”.

Toda la realidad y el análisis que hacemos se queda corto al pensar que el problema es la curia romana y un remitir el flagelo de la corrupción tan solo a un sector de la arena política y los demás son pulcros e intachables y al partido de nuestra preferencia lo establecemos en el dogma de nuestro pensamiento, concluyendo  que son inmaculados.

Seamos objetivos y tengamos claro que nuestro fundamento es Cristo, no los representantes de ideologías baratas que a costa de hablar de los pobres se han hecho millonarios, nuestra ideología ni siquiera puede ser la teología de la liberación, nuestra ideología es un estilo de vida y ese estilo de vida es Jesucristo. Y en ese orden nuestra comandancia no puede ser el Che Guevara o el general Washington; es vital que dejemos coqueteos con ideologías baratas y, desde la justicia y el derecho que propone el Evangelio,  nos esforcemos en amar y dignificar lo que Cristo amó y dignificó, es decir al ser humano.

El tiempo nos apremia  por eso el padre de familia, el agricultor, el trabajador informal, el jefe de personal y el sacerdote misionero se debe preguntar y evaluar sobre su pequeña curia romana, preguntémonos ¿si estoy dando una buena administración a la economía que recibo? A lo mejor encontramos que en el rol de padres de familia el dinero lo desviamos para gastos que no tiene que ver con el hogar, a lo mejor como jefes de personal no solo no pagamos lo justo sino que retenemos los salarios, colocando así a todo un grupo de empleados a pasar necesidad. A lo mejor el misionero que usa el púlpito para juzgar encuentra que él también lleva su curia romana y no todo lo que recibe lo invierte en pro de la comunidad de hermanos y la  misión.

La idea, es no ser un político, un cardenal o un pastor corrupto, evitando así el no tener congresos, curias o frentes corruptos. Si algo es cierto es que la realidad ha mostrado que  además de los políticos y jerarcas eclesiásticos corruptos hay otras clases, profesiones y personas que también son permeadas por la corrupción. Evitemos ser una de esas personas corruptas.

Seamos los que refutemos a William Shakespeare que dice: “la única riqueza del pobre es la esperanza”: Seamos nosotros, como pobres, la riqueza del pobre. 





Por. José Pinto


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