viernes, 20 de diciembre de 2013

LA FIESTA EN EL BARRIO, CELEBRANDO EL DON DE LA VIDA

Tener alguna experiencia en Petare, si se vive con sinceridad y no solo se va de pasada, puede generar algunas preguntas en personas que tienen pocas vivencias entre sectores populares. Una de ellas es ¿Cómo puede esta pobre gente vivir apilada en esa maraña de escaleras y adobe? Luego de ese primer impacto lo siguiente casi siempre es: ¿Cómo puede esta gente festejar tanto? ¡Claro! Por ello su pobreza, si no salen de una fiesta, de una celebración.




La segunda pregunta casi siempre es producto de nuestros estereotipos, de los prejuicios que tenemos sobre el pobre. Estereotipos y prejuicios provenientes de nuestra ignorancia y la poca capacidad de descubrir a Dios en la periferia. El parrandon de hoy quiso llevarnos a preguntarnos por la fiesta, por la celebración.




Hoy es nuestra última parranda del año, el número de gente como es normal disminuye considerablemente, sobre todo por los viajes al interior del País y a Colombia, la mayoría de la gente de Petare no nació aquí por el contrario vino de otras tierras probando suerte en la Capital, sin embargo muchos niños nos acompañan, además de varios jóvenes miembros de ANCLA o compañeros de camino en las diversas experiencias pastorales llevadas por los estudiantes claretianos en estos 26 años de fragua petareña.




Emprendimos el viaje hacia el Barrio Julián Blanco, allí nos recibiría la casa Nazaret, hogar de muchas ilusiones claretianas, pero que entre los vecinos del barrio solo es conocida como “La casa cural” fue una noche fresca y despejada, sabrosa para cantar parranda y contagiar a la gente del espíritu navideño. En esta oportunidad la casa formativa de los Teques se hizo presente en medio de la fiesta, además de nuestro hermano Juancho, el cual hace parte de la comunidad Emaús.


“El barrio necesita la fiesta más que el agua y la luz (que ya es decir), como el aire. La fiesta se celebra como un milagro.” La reflexión sobre la fiesta de la Obra “la cultura del Barrio” de Pedro Trigo, sj. Nos sirvió de marco para reflexionar sobre la necesidad de potenciar cada día más la fiesta en medio de nosotros, son muchas las cosas malas, pero más son las cosas que nos hacen llenarnos de esperanza, savia que el Barrio cada día necesita más. Esperanza que se ve reflejada en los niños y jóvenes que nos acompañaron durante las novenas o en palabras de la Señora María Moscote: “son esa semillita que nosotras las viejas hemos ido sembrando junto con los claretianos, para que sean aquellos que mantengan estas hermosas fiestas de los parrandones”



Muchas son las experiencias que nos dejan las parrandas, muchas alegrías y esperanzas. Podemos concluir con aquella frase que cierran las fiestas de los 90 años de la presencia claretiana en Venezuela. “Soñar para comprometerse” en Petare después de estas fiestas y en el marco del tiempo de adviento sentimos la necesidad de soñar con un barrio más humano, con mucha más felicidad y con mucha gente comprometida con sus procesos de liberación. Soñamos con la presencia claretiana en medio del barrio, y ese sueño nos compromete.


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