4. ENVIADOS A EVANGELIZAR Y ESCUCHAR A LOS POBRES
Monición inicial:
“Nuestro
Padre Fundador interpretó su vocación a partir de la escena de la sinagoga de
Nazaret en que Jesús se identificó con el ungido para evangelizar a los pobres.
Nuestras Constituciones nos presentan a nuestra Madre María como la primera
entre los pobres del Señor (cf. CC 23). La Congregación –en su
proceso de vuelta al Evangelio y adaptación a los tiempos– ha profundizado en
su llamada a evangelizar a los pobres y a dejarse evangelizar por ellos. Y hoy
escucha aún con más fuerza la llamada de la Iglesia a resaltar mucho más en
nosotros, con audacia y creatividad, la opción por los pobres y desplazados. No
se puede ser claretiano como si los pobres no existieran. Tampoco se puede ser
claretiano sin denunciar las estructuras de injusticia, sin luchar contra el
sistema que las perpetúa, proponiendo alternativas. Los pobres son “los
destinatarios privilegiados del Evangelio”. A través de ellos –como en María–
el Evangelio nos habla e interpela con una voz nueva” (MS 49). Que nuestras
experiencias de vida y misión tengan en el centro a los más pobres y sencillos
a quienes hemos sido enviados a anunciar la Buena Nueva.
Lectura Bíblica: Lc 4,
16-19
“Fue a Nazaret, donde se había criado, y según su
costumbre entró un sábado en la sinagoga y se puso en pie para hacer la
lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías. Lo abrió y encontró el
texto que dice: El Espíritu del Señor está sobre mí
porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres; me ha enviado
a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en
libertad a los oprimidos, para proclamar el
año de gracia del Señor”
Lectura Claretiana
“Había observado que la santa virtud
de la pobreza no sólo servía para edificar a las gentes y derrocar el ídolo de
oro, sino que además me ayudaba muchísimo para crecer en humildad y para
adelantar en la perfección” (Aut
370). “¡Oh,
Salvador mío! ¡Haced, os suplico, que vuestros ministros conozcan el valor de
la virtud de la pobreza, que la amen y la practiquen como Vos nos habéis
enseñado con obras y palabras! ¡Oh, qué perfectos seríamos todos si todos la
practicásemos bien! ¡Qué fruto tan grande haríamos! ¡Qué almas se salvarían!”
(Aut 371).
Para la reflexión
personal y comunitaria
-
¿Cuáles son los gritos que se escuchan hoy día de
injusticia social y de pobreza en nuestras comunidades? ¿Estamos atentos al
lamento de nuestros hermanos que sufren la pobreza, la guerra, la drogadicción,
la migración, etc., o por el contrario somos indiferentes?
Intención: Pidamos por nuestros
hermanos de las comunidades de la provincia que se encuentran en las periferias
humanas, sociales y existenciales, acompañando la vida de muchos hombres y
mujeres desde su testimonio generoso y desinteresado.
Preces
Para que reine la paz y la reconciliación de una forma verdadera en el
mundo debemos escuchar el clamor de justicia de muchos hermanos pobres. Oremos
juntos con mucha fe diciendo: R/ Señor de justicia y misericordia: ayúdanos a
escuchar el clamor de los pobres.
-
Por nuestros gobernantes, líderes comunitarios o
cualquier persona que tenga una responsabilidad con los más necesitados, para
que siempre sean buenos administradores de los bienes de una manera justa y
caritativa. R/ Señor de justicia y
misericordia: ayúdanos a escuchar el clamor de los pobres.
-
Por nosotros aquí reunidos en comunidad cristiana, para
que no seamos sordos y tapemos nuestros oídos a la voz del Espíritu que se
manifiesta en nuestros hermanos más necesitados. R/
Señor
de justicia y misericordia: ayúdanos a escuchar el clamor de los pobres.
-
Para que vivamos de verdad y sin fingimiento un estilo de
pobreza que favorezca a nuestros hermanos dejando de lado la indiferencia, el
egoísmo y el individualismo. R/ Señor de justicia y misericordia: ayúdanos a
escuchar el clamor de los pobres.
Oración Final
Claret se sintió llamado, como Jesús, a anunciar la Buena Noticia a los más
pobres y necesitados. Pidamos a Dios
para que no olvidemos esta primacía de nuestro llamado misionero:
Padre de Misericordia, que
enviaste a tu Hijo Jesús con la fuerza de tu Espíritu para que en su pobreza
nos dejara un modelo de seguimiento evangélico y nos enriqueciera a todos, atiende
los deseos y oraciones de tu pueblo que sufre los males de este mundo, envíanos
a evangelizar a los pobres con la fuerza de tu Espíritu de amor para que
consolados con este don de tu gracia podamos trabajar por mejores condiciones
de vida para todos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
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