ENTRE PEQUEÑAS CURIAS ROMANAS Y CORRUPCIONES, QUE SERÁ DEL POBRE SI NO
ME ADVIERTO E INTERPELO.
“La honestidad no
tiene partido, tiene corazones”
La
Biblia dice "es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que
un rico entre en el Reino de los Cielos". ¿Qué pensará la familia
Piraquive de este precepto al evaluar el número y el costo de sus bienes que
posee en Estados Unidos? Con esta interpelación abre la revista semana
(Colombia) su artículo sobre el
escándalo de corrupción en una iglesia protestante.
Una
lectura no ingenua de la realidad religiosa nos evidencia que todas las profesiones
de fe se han visto envueltas en diversos problemas. En lo que respecta a la
iglesia católica hace pocos días el papa
Francisco pidió perdón por los escándalos cometidos, el sumo pontífice dijo: “cuando
los sacerdotes son corruptos, los que sufren son los fieles ¡Pobre gente!
¡Pobre gente!…” homilía que ofreció el sumo pontífice el pasado 16 de enero del
año en curso en la capilla de santa Marta.
Como
están las cosas de nada le sirve a una persona cambiar de religión, la
corrupción las ha permeado a todas, por tal, pobre del pobre que buscando ayuda
solo encuentra usurpadores y vividores pues
“el sacerdote y el pastor vagan sin sentido”.
En
el plano civil sucede igual, se suele pensar que los corruptos solo son los políticos y
estamentos del estado, bien sean públicos o privados; otros han creído que la corrupción solo es de un bando o que
ella es cosa de los partidos tradicionales.
En países
como Colombia y Venezuela los partidos tradicionales fueron fuertemente
criticados por los constantes escándalos de corrupción y por mantener un poder
centralizado; poco a poco surgieron
nuevos partidos que se presentaron y se asumieron como una alternativa para el
desarrollo del pueblo. En poco tiempo la
realidad mostró que los movimientos que han surgido han cometido los mismos o peores escándalos.
Buscando
lealtad y esperanza el pueblo fue cifrando sus esperanzas en las políticas de las toldas de la izquierda y la derecha. Estos sectores poco a poco han evidenciado que al llegar al poder, tras financiamientos
ilícitos, le han fallado a la esperanza del pobre. Derecha e izquierda solo han sido dos manos
que han sabido robar; para sustentar, el 23 de septiembre del año 2011, fue detenido el alcalde de Bogotá, Samuel Moreno, adscrito al
partido Polo Democrático, sindicado y enjuiciado por la corrupción que experimentó en su gestión de
gobierno. Sobre la guerrilla colombiana y su presunción de ser socialista
prefiero callar e ignorar pues la realidad habla por sí sola.
En el
caso de Venezuela se pensaba que la llegada al poder por parte de la izquierda
que representaba el ya desaparecido Hugo Chavez y toda su política comunista, sería
la solución a la corrupción y, de esa
forma, el país de los próceres surgiría
como una mejor nación, la realidad es que éste llegó al poder y ha repetido el
mismo mal de los partidos tradicionales: apego y centralización del poder y, en tal
medida, que se ha enquistado en él mismo; por cosas de la vida el idealista
socialista, Carlos Marx, manifestaba: “el poder absoluto corrompe de forma absoluta”.
Allí
esta Venezuela y Colombia con religiones y sistemas políticos de todas las
tendencias “jalando para su conveniencia”.
Toda
la realidad y el análisis que hacemos se queda corto al pensar que el problema
es la curia romana y un remitir el flagelo de la corrupción tan solo a un sector
de la arena política y los demás son pulcros e intachables y al partido de
nuestra preferencia lo establecemos en el dogma de nuestro pensamiento, concluyendo
que son inmaculados.
Seamos
objetivos y tengamos claro que nuestro fundamento es Cristo, no los
representantes de ideologías baratas que a costa de hablar de los pobres se han
hecho millonarios, nuestra ideología ni siquiera puede ser la teología de la
liberación, nuestra ideología es un estilo de vida y ese estilo de vida es
Jesucristo. Y en ese orden nuestra comandancia no puede ser el Che Guevara o el
general Washington; es vital que dejemos coqueteos con ideologías baratas y,
desde la justicia y el derecho que propone el Evangelio, nos esforcemos en amar y dignificar lo que Cristo amó y dignificó, es decir al ser
humano.
El
tiempo nos apremia por eso el padre de
familia, el agricultor, el trabajador informal, el jefe de personal y el sacerdote misionero se debe preguntar y evaluar sobre su pequeña curia
romana, preguntémonos ¿si estoy dando una buena administración a la economía
que recibo? A lo mejor encontramos que en el rol de padres de familia el dinero
lo desviamos para gastos que no tiene que ver con el hogar, a lo mejor como
jefes de personal no solo no pagamos lo justo sino que retenemos los salarios,
colocando así a todo un grupo de empleados a pasar necesidad. A lo mejor el
misionero que usa el púlpito para juzgar encuentra que él también lleva su
curia romana y no todo lo que recibe lo invierte en pro de la comunidad de
hermanos y la misión.
La
idea, es no ser un político, un cardenal o un pastor corrupto, evitando así el
no tener congresos, curias o frentes corruptos. Si algo es cierto es que la
realidad ha mostrado que además de los
políticos y jerarcas eclesiásticos corruptos hay otras clases, profesiones y
personas que también son permeadas por la corrupción. Evitemos ser una de esas
personas corruptas.
Seamos
los que refutemos a William Shakespeare que dice: “la única riqueza del pobre
es la esperanza”: Seamos nosotros, como pobres, la riqueza del pobre.
Por. José Pinto
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