Tener alguna experiencia en Petare, si se vive con
sinceridad y no solo se va de pasada, puede generar algunas preguntas en
personas que tienen pocas vivencias entre sectores populares. Una de ellas es
¿Cómo puede esta pobre gente vivir apilada en esa maraña de escaleras y adobe?
Luego de ese primer impacto lo siguiente casi siempre es: ¿Cómo puede esta
gente festejar tanto? ¡Claro! Por ello su pobreza, si no salen de una fiesta,
de una celebración.
La segunda pregunta casi siempre es producto de nuestros estereotipos,
de los prejuicios que tenemos sobre el pobre. Estereotipos y prejuicios
provenientes de nuestra ignorancia y la poca capacidad de descubrir a Dios en
la periferia. El parrandon de hoy quiso llevarnos a preguntarnos por la fiesta,
por la celebración.
Hoy es nuestra última parranda del año, el número de gente
como es normal disminuye considerablemente, sobre todo por los viajes al
interior del País y a Colombia, la mayoría de la gente de Petare no nació aquí
por el contrario vino de otras tierras probando suerte en la Capital, sin
embargo muchos niños nos acompañan, además de varios jóvenes miembros de ANCLA
o compañeros de camino en las diversas experiencias pastorales llevadas por los
estudiantes claretianos en estos 26 años de fragua petareña.
Emprendimos el viaje hacia el Barrio Julián Blanco, allí nos
recibiría la casa Nazaret, hogar de muchas ilusiones claretianas, pero que
entre los vecinos del barrio solo es conocida como “La casa cural” fue una
noche fresca y despejada, sabrosa para cantar parranda y contagiar a la gente
del espíritu navideño. En esta oportunidad la casa formativa de los Teques se
hizo presente en medio de la fiesta, además de nuestro hermano Juancho, el cual
hace parte de la comunidad Emaús.
“El barrio necesita la fiesta más que el agua y la luz (que
ya es decir), como el aire. La fiesta se celebra como un milagro.” La reflexión
sobre la fiesta de la Obra “la cultura del Barrio” de Pedro Trigo, sj. Nos
sirvió de marco para reflexionar sobre la necesidad de potenciar cada día más
la fiesta en medio de nosotros, son muchas las cosas malas, pero más son las
cosas que nos hacen llenarnos de esperanza, savia que el Barrio cada día
necesita más. Esperanza que se ve reflejada en los niños y jóvenes que nos
acompañaron durante las novenas o en palabras de la Señora María Moscote: “son
esa semillita que nosotras las viejas hemos ido sembrando junto con los
claretianos, para que sean aquellos que mantengan estas hermosas fiestas de los
parrandones”
Muchas son las experiencias que nos dejan las parrandas,
muchas alegrías y esperanzas. Podemos concluir con aquella frase que cierran
las fiestas de los 90 años de la presencia claretiana en Venezuela. “Soñar para
comprometerse” en Petare después de estas fiestas y en el marco del tiempo de adviento
sentimos la necesidad de soñar con un barrio más humano, con mucha más
felicidad y con mucha gente comprometida con sus procesos de liberación.
Soñamos con la presencia claretiana en medio del barrio, y ese sueño nos
compromete.
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