Como de
costumbre, nos reunimos en el colegio Kennedy para iniciar nuestro caminar
hacia la comunidad que nos había de recibir. Allí se dio apertura a este día de
parrandón con la animación por parte del padre Álvaro y de Yamilé, quien es la
encargada de animar la vida de la capilla San Judas Tadeo, lugar al que
corresponde este séptimo día. Luego de la oración inicial, nos dirigimos entre
cantos hacia la capilla dirigidos por el grupo que ha venido amenizando estos
parrandones de navidad. Ya hoy se ve la disminución del personal en la
parranda, debido a ser estas tierras lugar de acogida para muchos extranjeros
que para esta época, salen a sus lugares de orígenes, sobre todo Colombia, como
también la ausencia de algunos claretianos que por diversos motivos, familiares
y pastorales, hoy no están entre nosotros…
Al llegar a la
comunidad se nos recibe con pólvora, de manera que el cielo se ilumina para
recibir la llegada del niño a este sector. Con el canto La Capilla está abierta, llegamos al lugar, dándonos a entender que
la capilla a pesar de algunos inconvenientes sigue abierta para la comunidad y
cada uno de nosotros. Nos anima de nuevo Yamilé, diciéndonos que es esta capilla
un lugar pequeño en estructura pero grande en amor para todos y desde esta
intención se realiza la oración del día hoy, esperando ante mucha desesperanza,
como lo manifiesta la oración dirigida a María.
Luego se
realiza la oración de San José, la cual nos invitó al silencio, el mismo nos
anima a escuchar lo preparado por la comunidad desde esta actitud. Siendo así,
se continúa con presentar de manera muy dinámica este día, en donde se nos
alienta a seguir manteniendo las capillas y/o casas de la comunidad como ese
lugar de oración y reflexión, por tanto se llamó a los representantes de las
diferentes comunidades a tomar un papel en donde se encontraba su nombre y
tomando una vela y encendiéndola se elevaba una plegaria hacia esta comunidad.
Se invita a seguir orando y reflexionando dentro de las comunidades como forma
de mantener la vida de la comunidad, pero sobre todo salir al encuentro del
hermano, “una fe sin obre es una fe
muerta”…
Para culminar
este día de parrandón, se pasa al compartir, en donde desde la generosidad de
la comunidad se le brinda, según las capacidades del lugar, un agasajo a los
visitantes, y mientras los visitantes comparten y se deleitan con la comida
ofrecida, también a la vez bailan al son del grupo “los independientes” (como
cariñosamente desde el año pasado se les ha llamado). Entre saludos de
despedidas, abrazos y besos, nos despedimos sabiendo que se nos aproxima el
culmen de los parrandones, que son un lugar de encuentro en donde de verdad
oramos y reflexionamos.
Juan Carlos García CMF
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