Me
cuesta encontrar las palabras que describan qué es lo que pasa por mi mente y
mi corazón en estos precisos momentos de despedida. Sin embargo, hay una frase
que resuena en mi interior: “no es un adiós sino un hasta pronto”.
Recuerdo que fue el 31 de enero, día
de Don Bosco, cuando se me informaba de mi próximo regreso a México para
realizar mi año de Experiencia Comunitaria Apostólica. Fue un momento donde se
encontraron mis sentimientos, por un lado la alegría de volver a mi país con mi
gente y por otro lado el tener que dejar Venezuela y a su gente, a la cual
comenzaba a quererla y valorarla. Semanas después se me informaría que
terminaría la formación en México.
Y como no hay plazo que no se cumpla,
ha llegado el momento de volver. No quiero retirarme sin dar las gracias a la
comunidad Claretiana presente en Venezuela, la cual nos recibió con los brazos
abiertos y se portaron como verdaderos hermanos. Quiero mencionar especialmente
a la comunidad del Teologado “Emaús”, ya que en esta fue en la que viví por
casi año y medio. Gracias a Alirio, José Miguel, Juan Carlos,
Felipe, Aníbal, Néstor, Ronald, Jhonier y Yerlin por recibirnos fraternalmente
en su provincia y ampliar mi visión de lo que es ser Claretiano.
Agradezco a mis formadores, el Padre
Álvaro Arias y el Hno. Quiterio
Izquierdo, por aportarme desde sus posibilidades pautas para crecer como ser
humano y misionero. Gracias al Padre Niceto Martín, por su testimonio de vida
misionera, y al Padre Alberto Cisneros por los pleitos y risas constantes.
No puedo pasar por alto a las
comunidades cristianas de Petare, los cuales cambiaron mi percepción de hacer
pastoral y me regalaron su cariño incondicional. De manera en especial,
menciono a la comunidad de la “Virgen del Carmen”, a la que acompañé en mi
estancia en Venezuela. Gracias Jenny, Nimia, Dolly, Mery, Aminta, Mary Luz,
Georgina y Katerin por su cariño y perseverancia en el curso bíblico de los
jueves. Otras dos mujeres que con su ejemplo de vida y entrega a la Palabra y a
la catequesis se ganaron mi aprecio y admiración son Ana Silva y Juana Peña.
Quedo en deuda con tantas mujeres, jóvenes y niños que marcaron y transformaron
mi vida como cristiano y misionero.
Mis manos volvieron a tener voz gracias
al Colegio “Juan Pablo Bonet”. No tengo palabras y señas menos para expresar lo
importante que fue para mí el contacto que tuve con esta comunidad de niños y
jóvenes sordos, me hubiera gustado tener mayor presencia pero el poco tiempo
que pasé con ellos fue de mucho provecho. Gracias a la Hermanas Franciscanas
por su amistad y abrirme las puertas del colegio y poder seguir, aunque fuera
un poco, en la pastoral que me trajo a la Congregación. De manera en especial,
les deseo lo mejor en la secundaria al grupo de sexto año, al cual visité en
diversas ocasiones para compartir la cultura y Lengua de Señas de México.
Gracias a mis profesores y compañeros
del ITER (Instituto de Teología para Religiosos) por todo lo bueno que me
aportaron, no solo intelectualmente sino con su testimonio y cercanía.
Agradezco al grupo de 3° de Teología, ya que con ellos compartí este último
ciclo escolar. Ánimo, ya falta poco.
Un grupo muy importante y que me
enseñó a amar y apostar por Venezuela fue la presencia de religiosa mexicana.
Gracias Laura, María Elena, Ángeles, Guadalupe, Verónica y Cristina, ustedes
fueron un gran apoyo y aliento en el camino. En este grupo no puedo dejar de
lado a mis hermanos Claretianos: Vicente, Luis Ángel, Pedro y Jesús. Ustedes
fueron un apoyo importante en el ordinario de la vida y en los momentos de
dificultad.
Hay tantas personas que me falta por
nombrar de la pastoral, trabajadores y amigos. A todos gracias por su cercanía
y sinceridad que caracteriza al pueblo venezolano, con su gran influencia
colombiana que la enriquece.
Por último, quisiera darle uno
consejos a quienes vengan a Venezuela: conócela y amala; déjate sorprender por
la creatividad y espontaneidad de su gente; pasea y diviértete en sus hermosas
playas; contempla sus hermosos paisajes; da lo mejor de ti a la “Pequeña
Venecia”.
Gracias por todo a la Bella Venezuela
y a su gente.
Est. Juan
Carlos Bugarín Lara, CMF
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