lunes, 16 de abril de 2012

SEMANA SANTA EN EL DELTA

El viernes 30 de marzo en horas de la noche partieron de la ciudad de Caracas cuatro miembros del teologado Emaus hacia la comunidad misionera de Piacoa en el estado Delta Amacuro, ellos fueron: Álvaro, Néstor, Aníbal y Alirio incluido además el prefecto de Espiritualidad Juan Bautista Flores, el cual en un “viaje heroico”  se desplazo desde la ciudad de Medellín en Colombia ese mismo día, para viajar junto con el grupo.

 Al día siguiente el P. Elvi los esperaba en San felix, para desde allí emprender el viaje de alrededor de una hora hasta Piaco, ese mismo día se embarcaron hacia el río tres grupos de misioneros que frecuentan la zona para estas fechas, los cuales son dirigidos por las Hermanas de la Presentación de Granada, las cuales ya son huéspedes comunes en la comunidad de Piacoa.


El día domingo de Ramos partió la segunda tanda de misioneros hacia el río en este caso en su totalidad miembros de la comunidad claretiana, ellos fueron: Néstor, que acompaño en la comunidad de Baradero de Yaya; Aníbal y Daniel Fuentes, que acompañaron la comunidad de Sacupa; Álvaro en Santa Catalina y Alirio y Juancho como fraternalmente se le conoce a las comunidades de La tortuga Indígena y Los Rastrojos.
 
Visitar el Río es vivenciar en carne propia la urgencia de la misión, el reto grande que esta nos exige, muchos tal vez vean esta exigencia en el mero campo físico, y con ello pues podemos encontrar las comparaciones y las lecturas fáciles de la realidad, tal vez valorar la misión en base a cuanto tiempo se invierte para llegar a una población o a otra, y con ello definir si dicha posición “es o no es misionera”
  
Hoy lo que la misión reclama, es la exigencia en la autenticidad del mensaje, cómo mostrar el brazo misericordioso del Padre en estos lugares, cómo transmitir esa vivencia espiritual que quema y anunciar al Dios de la Vida, y con ello no caer en los triunfalismos.

Vivir la experiencia de la Semana Santa en el río, es encontrarse con la grandeza del misterio de la encarnación, es descubrir en cada uno de los amigos que Dios esta allí presente, y que en ello nos anuncia la buena noticia.
Regresando a Caracas, luego de un inesperado acontecimiento, pues la empresa de buses donde se compraron los boletos no robo nuestros puestos, por ello, el P. Elvi muy generosamente nos trajo hasta la capital el día martes después de resurrección.

Alirio Ilich

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