jueves, 9 de agosto de 2012

A PESAR DE MÍ, DIOS ME CONTINÚA LLAMANDO (Lc 19, 1-10)


Los Ejercicios Espirituales, son un tiempo de encuentro con Dios, donde se realiza una evaluación de nuestra fidelidad en el seguimiento a Cristo. Muchas veces queriendo seguir su camino, hacemos lo que para nosotros es importante y nos olvidamos del Proyecto del Reino; eso muestra que los pensamientos de Dios están muy lejos de los nuestros, hacemos una cantidad de planes, pero en éstos, no está incluido Él, queda por fuera porque no somos capaces de poner lo que nos planteamos bajo su accionar, en las oraciones que realizamos queda por fuera el apostolado que se lleva, los estudios que estamos haciendo, la misión que emprendemos, es decir que llevamos una doble vida, lo que incluimos en las eucaristías y momentos de oración comunitaria lo demás queda por fuera del HACER de Dios.

Hacemos de nuestra vida una farsa,   porque fragmentamos lo que es nuestro de lo que es Dios y así en la mayoría del tiempo lo empleamos en cosas nuestras y dejando de lado lo que Dios establece en su camino y para la vida que hemos elegido. Pero que bueno es sentirse perdonado, como la adultera, a quien nadie acusó, solo su conciencia le dijo que estaba haciendo mal y ella fue perdonada por Jesús, es así como  descubrimos que pensando en hacer lo que le agrada a Dios, caemos en una serie de faltas en nuestro seguimiento, pero que a Jesús no le importa lo que soy, sino lo que puedo llegar a ser, si dependo totalmente de Él, aún sigue diciendo como le expresó a Pedro un día “¿A ti qué te importa? ¡Tú sígueme!” (Jn 21, 22).
 Néstor Calderón, cmf

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