Los Ejercicios Espirituales, son un tiempo de encuentro con Dios, donde
se realiza una evaluación de nuestra fidelidad en el seguimiento a Cristo.
Muchas veces queriendo seguir su camino, hacemos lo que para nosotros es
importante y nos olvidamos del Proyecto
del Reino; eso muestra que los pensamientos de Dios están muy lejos de los
nuestros, hacemos una cantidad de planes, pero en éstos, no está incluido Él,
queda por fuera porque no somos capaces de poner lo que nos planteamos bajo su
accionar, en las oraciones que realizamos queda por fuera el apostolado que se
lleva, los estudios que estamos haciendo, la misión que emprendemos, es decir
que llevamos una doble vida, lo que incluimos en las eucaristías y momentos de
oración comunitaria lo demás queda por fuera del HACER de Dios.
Hacemos de nuestra vida
una farsa, porque fragmentamos lo que
es nuestro de lo que es Dios y así en la mayoría del tiempo lo empleamos en cosas
nuestras y dejando de lado lo que Dios establece en su camino y para la vida
que hemos elegido. Pero que bueno es sentirse perdonado, como la adultera, a quien nadie acusó, solo su
conciencia le dijo que estaba haciendo mal y ella fue perdonada por Jesús, es
así como descubrimos que pensando en
hacer lo que le agrada a Dios, caemos en una serie de faltas en nuestro
seguimiento, pero que a Jesús no le importa lo que soy, sino lo que puedo
llegar a ser, si dependo totalmente de Él, aún sigue diciendo como le
expresó a Pedro un día “¿A ti qué te importa? ¡Tú sígueme!”
(Jn 21, 22).
Néstor Calderón, cmf
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